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Artemio Poma Gutiérrez proviene de la Quinua, un pintoresco pueblo de casitas con techos a dos aguas y rodeado de verdes montañas. Habla castellano con la cadencia lenta, suave y melódica que caracteriza a los quechuahablantes.
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Valle del Sondondo
Don Artemio se considera autodidacta pues, si bien su papá me enseñó el oficio, en muchas ocasiones, debido a sus problemas de salud, dejaba el trabajo sin acabar y la labor recaía en su hijo. El temprano fallecimiento de don Pablo marcaron al joven Artemio, que entonces tenía 20 años. Don Artemio recuerda con nostalgia el boom de los 70 y 80, cuando Mamerto Sánchez y sus congéneres le dieron un verdadero empuje al arte de la cerámica. En los años 90 la mayoría de los grandes maestros emigraron a Lima, y adoptaron una técnica más comercial, con el uso de colores sintéticos, más adaptada al gusto del gran público.
De joven, Artemio aprendió de la mano de los maestros Fermina Condolí y Donato Enrique, que mantienen hasta el día de hoy su taller, “Cerámicas Kuyaymaki”, en el pueblo. Don Artemio aun trabaja la técnica que aprendió con su papá, que se caracteriza por la utilización de arcilla de diversos colores (con pigmentos minerales naturales) que se pintan con motivos tradicionales (músicos, iglesias, nacimientos, figuras de flora y fauna andina…) antes de quemar el barro. “Esto es lo que destacaría de mi labor”, subraya. “El hecho que no utilizo tintes, son todo pigmentos minerales, los colores de la tierra”.
Su vida dio un giro cuando Soledad Mujica le invitó a participar en Ruraq Maki (en quechua, “hecho a mano”, iniciativa del Ministerio de Cultura para promover y salvaguardar el arte y la artesanía tradicional del país. Desde 2007, Ruraq Maki ha desarrollado diversas acciones que han contribuido significativamente a la protección y promoción de la artesanía tradicional peruana, como la identificación de los artesanos y artesanas y el apoyo a la venta de sus productos. “Agradezco la visión de la señora Soledad Mujica, quien supo identificar que la cerámica del pueblo estaba perdiendo su esencia y había que recuperarla”. Para inspirarse, visitó varias ferias internacionales, como la Folk Art Market de Nuevo México. Ahora, don Artemio fabrica toda suerte de objetos decorativos que tienen gran demanda, desde gallos o iglesias para casas de campo hasta pescados para casas de playa, o Vírgenes de Cocharcas para decorar departamentos. A raíz de la pandemia, las ventas online se han disparado y el negocio no para de crecer. Entre sus numerosos reconocimientos, destaca el de Gran Maestro de la Artesanía Peruana, otorgado en el año 2000 y, en el 2014, el Ministerio de Cultura lo distinguió como Personalidad Meritoria de la Cultura.

Cerámica de pueblo de Quinua
Hoy día su taller, ubicado en Puca Rumi, no cuenta con exposición permanente por falta de mobiliario, pero ese es el objetivo que se fija para final de año: contar con un lugar donde pueda exponer toda su obra, un museo de la cerámica en Quinua que sirva también como centro de interpretación. En octubre de 2023 participará de la muestra “Nuestros Ancestros” del Museo Metropolitano de Lima (MML).
“Mi labor no es solo ser guardián de esta tradición tan arraigada a nuestro pueblo”- explica- “sino poner a Quinua en el mapa. Es un lugar mágico”.
Animamos a los viajeros a visitar el taller de don Artemio, cuya producción abarca esculturas con diseños tradicionales locales, así como piezas utilitarias y decorativas innovadoras, inspiradas en la flora y fauna andina. Sin duda encontrarán algo de su gusto para llevarse como recuerdo de este maravilloso lugar.
Lo pueden encontrar en el Centro Poblado Puca Rumi, Mz. H, Lt. 12, Quinua- Huamanga, Ayacucho, o en el teléfono (+51) 966-872-596.
