Johnny Schuler

Historia de la Vid en Ayacucho

Mar 19, 2025

El promotor y empresario Johnny Schuler, que en 2019 fue reconocido conjuntamente por el Ministerio de Comercio Exterior y Promperú por su labor de promoción de la viticultura en el país, apunta que el Perú puede presumir de ser el primer país sudamericano en cultivar la vid.

Borja Goyenechea

La historia de la vid en Huamanga se remonta a mediados del siglo XVI. El historiador Guillermo Vera refiere que el cronista Pedro de Cieza de León, que arribó a San Juan de la Frontera de Huamanga en el año 1547, dejó constancia de que a su llegada encontró parras en abundancia. En 1548, el mismo cronista relató que la producción de vid en esta zona era prometedora, en particular en un poblado del distrito de Huamanga llamado San José de Viñaca, donde se habían “puesto algunas parras y se cree que por tiempos habrá grandes y muchas viñas”. Pocos años después, en 1557, Damián de la Bandera, corregidor de esa ciudad, escribió: “Dáse allá cualquier cosa, así de pan y vino como de frutas de España y de la tierra”. Unas décadas más tarde (finales del siglo XVI), el cronista y fraile dominico Reginaldo de Lizárraga comentó en su Descripción del Perú que “en la Viñaca hay algunas viñas muy buenas y que dan buen vino”.

Johnny Schuler con su cultivo de vid

El promotor y empresario Johnny Schuler, que en 2019 fue reconocido conjuntamente por el Ministerio de Comercio Exterior y Promperú por su labor de promoción de la viticultura en el país, apunta que el Perú puede presumir de ser el primer país sudamericano en cultivar la vid. La primera variedad que se introdujo en el continente fue la uva Negra Criolla (o Listan Negra), que se utilizaba para elaborar aguardiente y vino. La cepa arribó desde las españolas Islas Canarias a Lima, entonces la capital del Virreinato, la Ciudad de los Reyes. Desde ahí, las vides traídas por los conquistadores viajaron a lomo de mula o caballo y se dispersaron hacia Chile, Cusco, Huamanga y Arequipa. Este hecho es ampliamente corroborado por crónicas, inventarios de haciendas, testamentos, fletajes y escrituras de compra y venta de tierras de mediados del siglo XVI.

Cuenta la leyenda que la parra más antigua del país aún crece en el patio interior de la casona del Obispo Castilla y Zamora, donde pueden visitarla y contemplar maravillados cómo una modesta planta presume nada menos que de quinientos años de historia.
Lamentablemente, con el transcurso de los siglos, estos viñedos fueron mermando por circunstancias diversas. “Aun así”, explica Schuler, “a día de hoy encontramos interesantes esfuerzos de recuperación del antiguo prestigio de Huamanga como ciudad productora de vinos y destilados”. En la sierra ayacuchana se encuentran nichos ecológicos donde la vid crece airosa, como por ejemplo en la Viñaca, en el distrito de Huamanga, tal y como registró Cieza de León en 1548.

Vid embotellada

Una investigación realizada en el Archivo Regional de Ayacucho permitió a Schuler conocer una carta de venta de vino de la cosecha en Viñaca, de fecha 17 de mayo de 1585, mediante la cual los ciudadanos Sancho de Cárdenas y Jerónimo Dávila vendieron a un tal don Miguel Sánchez ochenta arrobas de vino. En una de sus cláusulas se estipula: “del que yo el dicho Sancho de Cárdenas e coxido este año, en la heredad que tengo de la Viñaca y de ser cada arroba de vino de treinta y dos cuartillos que es la medida que dicen tiene la nombrada ciudad”. El precio total fue de 560 pesos de ocho reales.

A partir del siglo XVI, el auge de la plata en Potosí y del azogue y también de la plata en Huancavelica permitió que las zonas de Ica y Huamanga desarrollaran haciendas productoras y vendedoras de vino que siguen funcionando hasta el día de hoy, aunque el destilado por excelencia y uno de los productos bandera del Perú, el pisco (denominación de origen), solo se produce en la costa, hasta los 2,000 m.s.n.m.

Schuler afirma ser un apasionado de la uva negra criolla, sobre todo la de Huamanga, que es la Listan Negra canaria original del siglo XVI. “Se trata de una fruta con una estructura aromática extraordinaria”. Esta uva mutó en la costa y hoy es conocida en dicha región como Quebranta.

“Mi interés es que productores y destiladores de Ayacucho recuperen la cepa y la destilen para producir un estupendo destilado de Negra Criolla, con Denominación de Origen regional y propia (ya que este aguardiente no podría denominarse pisco)”. Schuler explica que en Viñaca el fallecido don José (Pepe) Arias producía un destilado de muy buena calidad y en Ayacucho hay en marcha otras iniciativas, como la de la familia de don Edgar Medina, en el valle de Ñeque; y del ingeniero Joaquín Hernández en el poblado de Guayocondo. En agosto de 2023, Schuler tuvo la oportunidad de catar los tres ejemplares en sus respectivas bodegas y regresó de Ayacucho convencido de su alta calidad. La experiencia lo impresionó a tal punto que ha puesto su interés en que Ayacucho recupere la tradición de destilar la uva, que no debió perderse nunca.

Johnny Schuler

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