Mezcla de papas nativas y ollucos

Las papas nativas: de Ayacucho al mundo

Oct 2, 2024 | Biodiversidad, Emprendedores

Mi nombre es Edilberto y pertenezco a una larga y orgullosa línea de campesinos ayacuchanos. Mi infancia transcurrió junto a mi familia, resguardados por los picos majestuosos de los Andes.

Edilberto Soto y Carlos Añaños

Uno de mis primeros recuerdos es ir al campo con mi abuelo Mariano Tenorio para sembrar papas con unas herramientas construidas por mi tío Francisco Soto. El eje de mi familia siempre fue mi mamá, Victoria Tenorio, la infatigable Mama Victoria que trabaja conmigo hace más de 35 años y a sus 78 conserva su fuerza arrolladora. Para nosotros, la papa es parte de nuestra identidad, de una tradición muy arraigada hace generaciones, de ancestros que nos encargan la misión de convertirnos en guardianes de este producto. Nuestra gente está vinculada a la cosmovisión andina: al cuidado de la naturaleza y la relación sagrada entre el ser humano y la Madre Tierra o Pachamama. La papa nativa crece a lo largo de la Cordillera de los Andes a partir de los 3,000 m.s.n.m. Hoy en día hay evidencias de que el hombre de Pikimachay y sus descendientes domesticaron las primeras papas silvestres en lo más alto de la puna. Así lo atestigua un calendario agrícola de 9,000 años de antigüedad que aún se conserva y se puede visitar.

Me considero afortunado de haber podido ir al colegio y luego a la universidad. Cuando egresé, decidí regresar al campo con la firme misión de mostrar a mi pueblo, al Perú y al mundo que la vida rural es viable, que la gente del campo es capaz de subsistir con lo que la tierra generosamente provee. Con el apoyo de Mama Victoria, emprendimos la ardua tarea de reconstruir la economía rural en unos años marcados por la violencia y la emigración.

Papas nativas Ayacucho ©Mauricio Gil

El camino no ha sido fácil, como ilustra una anécdota de mis primeros años como agricultor. En una ocasión decidí recoger mi última cosecha y llevar las papas hasta Lima con el objetivo de venderlas en el Mercado de la Parada. Ahí me di de bruces contra una cruda realidad: en Lima, en esa época al menos, a nadie interesaba las papas nativas. A diario se vendían toneladas de papas ordinarias, pero nadie preguntaba por las especiales que nosotros producíamos. Mi producto no se vendió y tuve dos opciones: llevarme las papas de regreso a Ayacucho, lo cual hubiese costado una plata que no tenía, o rematarlas a un criador de puercos, que es lo que finalmente hice con gran frustración.
Este y otros reveses me dieron fuerza para perseverar en mi misión, pues estaba convencido de que la papa nativa acabaría siendo apreciada como se merece. Por ello, decidí poner en valor mi trabajo y dedicarme al cultivo de la papa más allá del autoconsumo. Por esa época se dio la feliz circunstancia de que el país entró en el boom gastronómico impulsado por Gastón Acurio. De pronto, la comida peruana estaba en boca de todos dentro y fuera de nuestras fronteras. Todo ello propició que me invitaran a la primera edición de Mistura, lo cual supuso un antes y un después en mi trabajo. Gracias al festival conocí a muchos cocineros que se interesaron por mi labor y que han abrazado y apoyado con entusiasmo la puesta en valor de la papa nativa. Ahí recién me di cuenta de que teníamos un producto que no solo era valioso para el consumo propio, sino que podía tener fines comerciales e incluso era digno de exportación. Nuestro trabajo alcanzó tal difusión que los hermanos Joan, Josep y Jordi Roca, propietarios y cocineros de uno de los mejores restaurantes del mundo, El Celler de Can Roca, en España, se interesaron por nuestra labor y vinieron hasta Ayacucho para visitarnos.

Canasta de papas nativas de Ayacucho

En los últimos años, mi trabajo ha tenido un nuevo empuje gracias a la visión de Carlos Añaños, otro orgulloso ayacuchano que tuvo la idea de que podíamos procesar las papas, convertirlas en un producto de altísima calidad y exportarlas. En enero de 2020 nació formalmente Tiyapuy, un emprendimiento que tiene como objetivo principal la reivindicación del trabajo de los agricultores ayacuchanos. La visión de Carlos ha cambiado la vida a miles de pequeños agricultores que ahora forman parte de la familia Tiyapuy. La variedad que trabajamos, las papas premium, cuenta con certificación orgánica internacional. Nuestras papas se encuentran libres de aditivos químicos y solo están sazonadas con sal de Maras.

Tiyapuy no podría existir sin el incansable trabajo de nuestros agricultores locales, integrados bajo la marca CORPAPA PERÚ. Paralelamente a este trabajo, hemos aprovechado la originalidad y versatilidad de nuestro producto para crear la denominada “Ruta de la papa”, que recibe todo el año un gran número de visitantes provenientes de todas partes del mundo. Quienes nos visitan en Condorccocha pueden experimentar de primera mano la siembra y cosecha de la papa y observar su floración. Como parte de la experiencia, ofrecemos al visitante talleres de cocina ancestral, desayunos y almuerzos. Nuestro próximo reto es implementar un Museo de la Papa en Condorccocha. Mi sueño es que la papa nativa se convierta en un generador de riqueza que acabe con la pobreza en el ámbito rural, enalteciendo además la biodiversidad única de nuestro país y de Ayacucho en particular. ¿El objetivo final? Conseguir que la papa procesada alcance tal éxito que figure en la lista de exportaciones del PBI peruano.

Papas nativas ©Tiyapuy

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