Espacios Públicos y Monumentos

Situada en el corazón mismo de la ciudad, la Plaza Mayor es quizás el espacio público más emblemático de Huamanga, en el que se desarrollan las actividades políticas, las ceremonias cívicas y hasta rituales religiosos como las procesiones o los entierros. Es, además, una de las plazas más grandes del Perú. En su centro se levanta el monumento a Antonio José de Sucre. La estatua, obra del escultor David Lozano, fue inaugurada cuando se conmemoró el primer centenario de la batalla de Ayacucho.
Antiguamente, la plaza era completamente llana y empedrada, sin árboles ni jardines. El escritor José de la Riva Agüero, quien la visitó en 1912, señala que tenía en el centro “una pila, un jardincito estrecho, estatuas y bancas de mármol agrupadas”. La pila era la fuente de agua colocada en 1866 y posteriormente reemplazada por el monumento a Sucre.

La plaza se halla rodeada de portales de piedra. Los más antiguos, que fueron construidos en la época colonial, forman el portal Unión, ubicado al lado norte. Los del lado oeste forman el portal Constitución y los del lado sur, el portal Independencia; ambos fueron completados a partir de 1837.

Asimismo, la plaza armoniza estructuralmente con la Catedral y las casonas coloniales y republicanas que se mantienen en su contorno. Así, en el portal Unión se encuentran las casonas del Marqués de Mozobamba del Pozo, Lama, Chacón y la casa García el Barco, actual Hotel Plaza. En el portal Constitución se encuentran la casa García del Hoyo (actual sede de la Corte Superior de Justicia), la casona de la Prefectura, la casa Arias y la casa de Miguel de Estete. En el portal Independencia, las casas Ruiz de Vega y Ladrón de Guevara y, hacia el lado este de la plaza, se encuentran la casona Castilla y Zamora (sede de la universidad) y el Palacio Municipal.

El Arco del Triunfo es comúnmente conocido como “arco de San Francisco” por estar ubicado frente al templo de San Francisco de Asís. De clara influencia francesa y estilo neoclásico, fue inaugurado en 1866 como monumento conmemorativo de la batalla de
Ayacucho. Su construcción se inició en 1738 y probablemente fue concluida hacia mediados del siglo XVIII.

Cuenta la tradición que, hacia 1802, una de las hijas del marqués de Andamarca, quien vivía en una señorial vivienda del barrio de Puka Cruz, mantenía amoríos con un apuesto joven llamado Eduardo Barchilón. Los padres del pretendiente, de modestos recursos, fueron a la mansión del noble a pedir la mano de la hermosa joven, pero este se negó, pues entonces era inconcebible que una aristócrata se casara con un plebeyo. Desolados, al no poder vivir el uno sin la otra, tomaron la determinación de suicidarse. Esa misma noche escribieron una carta al marqués haciéndole saber su decisión y se dirigieron al acueducto de Sutuq Chaka. Desde allí, luego de abrazarse y darse el último beso, se arrojaron al vacío.

Ubicado al lado suroriental de la ciudad, cerca del barrio de Puka Cruz, el denominado “puente que gotea” es una emblemática obra de ingeniería hidráulica colonial que fue planificada por el obispo Alfonso López Roldán con la intención de aumentar la dotación de agua para la ciudad. La casona, que fue construida en el siglo XVII y funcionó como palacio de los obispos hasta que en 1703 fue entregada a la universidad, se convertiría en sede de la Corte Superior de Justicia de Ayacucho durante la primera mitad del siglo XX.
Posee un frontis con arquería y galería en el primer piso y corredor con columnas dobles y balaustres de madera en el segundo nivel. En el eje central de la fachada se encuentra el escudo del obispo Castilla y Zamora labrado en piedra roja.
En el patio interior, conocido como “La Higuera”, todavía se conserva una vieja parra que rebrota en primavera y que, según la tradición, sería la primera que trajeron los españoles al Perú.

La alameda Valdelirios está ubicada al sur de la ciudad, cerca del río Piñawa o Alameda, cuyas aguas provienen de las alturas de Chillicruz. Se trata de un paseo construido a fines del siglo XVIII, en cuyos extremos se levantan dos estructuras de arcos triunfales. La primera, que se encuentra en el ingreso, es una triple arquería de cal y piedra separada por pilastras, que posee un friso superior y remata en un ático de forma piramidal.

La otra construcción, ubicada al sur de la Alameda, es más grande que la anterior. Posee cinco arcos en su frontis y tres en su cara posterior, que encierran un corredor con techo abovedado. La estructura remata en cornisa y friso y en una terraza o mirador con balaustres, al que se accede por una amplia escalera ubicada en la parte de atrás. En sus muros delanteros aparecen dos placas conmemorativas a la jura de la Independencia en Huamanga y a la batalla de Ayacucho.

El mirador de Acuchimay (3,200 msnm) se ha convertido en un point de moda de la ciudad, una suerte de enclave bohemio que recuerda al barrio limeño de Barranco. Se encuentra ubicado en el distrito del Carmen Alto, en la cima de una colina; y se trata de un lugar ideal para tomar un aperitivo y disfrutar de la vista de la ciudad y las montañas.
En él, además de una estatua dedicada al Cristo Redentor, se ha levantado un pequeño coliseo y hay múltiples puestos de comida y bebida. Las arquerías del mirador, que el 18 de febrero de 1882 fue escenario de la Batalla de Acuchimay, en la que el ejército peruano, bajo el mando del Mariscal Andrés A. Cáceres, derrotó al enemigo chileno, están pintadas con diseños típicos florales y resultan muy pintorescas.

Ubicado a diez minutos a pie desde la Plaza de Armas, se trata de un barrio tradicional en cuyo centro se sitúa una plaza tranquila y pintoresca dominada por la Iglesia de Santa Ana, construida en 1569. El barrio se sitúa en una elevada explanada que domina Huamanga y en la que fueron reasentados los indígenas en el siglo XVI.
En la actualidad, es conocido como el barrio de los artesanos, gracias a los múltiples maestros que mantienen sus talleres abiertos para que la gente pueda admirar o comprar sus piezas. Alrededor de la plaza, además, existe una gran variedad de puestos de venta de comida y de chicha.