Sus brasas cuecen secretos de muchas hierbas y aderezos que pasan de generación en generación. Por ello, la piel de los pollos está siempre crujiente y la carne jugosa, acompañada de papas nativas, caseras y familiares. Hay, además, salsas y ensalada fresca, todo en un ambiente relajado que te hace sentir en casa.
Restaurante
Los Pollos de Mario
